Así se demuestra en la tesis de doctorado del investigador Álvaro Barros
La población actual de cormorán es un 60% menor de la que había a comienzos del 2000
La conservación de la población estudiada depende de la aplicación urgente de medidas multidisciplinares
D. Besadío | Vigo
El Prestige redujo significativamente el éxito reproductor del cormorán y este efecto se mantuvo en el largo plazo, hasta el punto de que la población actual de esta especie en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia es un 60% menor de la que había a comienzos de la década del 2000. Así lo demuestra el investigador del Departamento de Ecología y Biología Animal Álvaro Barros en su tesis de doctorado, una minuciosa investigación sobre la conservación de poblaciones periféricas en aves marinas, centrada en el caso del cormorán cristado, en el noroeste de la península ibérica.Aunque, especialmente en las islas Ons, la especie ven mostrando signos de recuperación nos últimos años, el investigador subraya que cualquier nuevo impacto podría hacer que la población descendiera por debajo del que se considera el límite de población mínima viable, y esta se encaminara hacia la extinción. Estos impactos bien podrían ser un período especialmente prolongado de ciertas circunstancias meteorológicas, un nuevo vertido de hidrocarburos, la llegada de más visones a las islas, o un evento especialmente dramático de mortalidad de adultos, «motivada, por ejemplo, por las artes de enmalle, en descampado auge en el parque nacional», subraya el autor de la tesis, que hace hincapié en que la conservación de la población estudiada pasa por la aplicación urgente de medidas multidisciplinares.
Medidas urgentes
Y cuales deberían ser estas medidas. El investigador recalca la necesidad de que la administración facilite la financiación necesaria para iniciar lo antes posible un estudio detallado de las posibles causas de mortalidad en el Parque Nacional, con especial atención a la interacción con artes de pesca. «Hay que analizar dónde se está pescando dentro del parque, que es lo que se está pescando y con que artes, y ver se en ese tipo de pesca están muriendo los cuervos y en que cantidades», subraya Barros, al tiempo que explica que, una vez realizado este estudio detallado, se podrán proponer medidas concretas de gestión de la pesca en este espacio natural. «Somos conscientes de que es un tema polémico, pero esta es la clave si queremos que siga habiendo cormoranes en las islas, una especie que, hace falta recordar, «fue uno de los principales valores por los que se creó primero el parque natural de Cíes y luego el parque nacional actual», apunta el investigador.
Otro aspecto determinante en el que tampoco se debe bajar la guardia es el seguimiento de las poblaciones insulares de depredadores: gatos domésticos y visones. En este sentido, el autor de la tesis recuerda que hace años que se están eliminando los visones americanos y también se controla la población de gatos. «Se debe continuar con este trabajo, eliminar los gatos y visones que aún queden y, sobre todo, controlar que no se formen nuevas poblaciones, pues de llegar más ejemplares habría que eliminarlos a la mayor brevedad», recalca el científico.
Los efectos de los vertidos de petróleo se mantienen en el largo plazo
A lo largo de su tesis de doctorado Barros aborda varios de los problemas que afectan a la conservación de las poblaciones más meridionales del cormorán moñudo, en particular y, en general, a todas las aves marinas, desde la depredación por vertebrados exóticos, hasta los vertidos de hidrocarburos, el cambio climático y los efectos de la pérdida de la diversidad genética en la eficacia biológica.
En lo que se refiere a los efectos a largo plazo de un gran vertido de petróleo como la del Prestige el científico demuestra que el accidente provocó un descenso del 45% en el éxito reproductor del cormorán en la zona afectada. «En otras palabras, en el centro y sur de Galicia de promedio las parejas produjeron la mitad por lo menos después del vertido frente a lo que producían antes», subraya el investigador, que hace hincapié en que este efecto se mantuvo en el largo plazo, pues diez años después del vertido los cormoranes de la zona afectada no recuperaron aún los valores productivos previos al accidente. «Este resultado ponen de manifiesto que los efectos de los hidrocarburos sobre los organismos marinos se pueden mantener a largo plazo, lo cual es un aspecto muy poco documentado», subraya Barros, quien en 2014 publicó, junto a sus directores de tesis, David Álvarez y Alberto Velando, un artículo científico dando cuenta de este aspecto que fue publicado en la revista Biology Letters y que, posteriormente, fue referenciado en Nature.
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