Crónica dun naufraxio nas illas Cíes. O “Weyler” número 8 (II)

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Xuñ 21, 2019 | BIBLIOGRAFÍA, Destacados, HISTORIA

A prensa da época fixo fincapé no accidente marítimo do “Weyler” nº 8 en 1927. Un tráxico naufraxio que conmoveu aos veciños de Bouzas e Vigo e que sorpendería até a prensa estatal e a dos galegos na diáspora

Compre salientar nesta transcrición de “El Heraldo Gallego”, o papel do torreiro e mais os veciños das illa Cíes que socorreron aos tres superviventes. Un ano antes e no mesmo lugar acontecera o naufraxio do “Arlanza”

 “Un vapor pesquero se fue al fondo del mar arrastrando consigo a 10 hombres. El suceso fue producido por el fuerte temporal reinante en estas costas y el mal estado del mar. Ocurrió en el mismo lugar donde se hundió el año pasado el “Arlanza”.

Al conocerse la noticia en Vigo y en Bouzas, a cuya matrícula pertenecía el vapor “Weyler nº8”, se produjo una profunda consternación ya que con la desaparición de aquellos marineros son varias las familias que quedan en la miseria”

El Heraldo Gallego: Órgano de las colectividades gallegas en el Plata.

Las Tragedias del mar

“En la madrugada de ayer ocurrió una espantosa catástrofe a la entrada del puerto de Vigo. A las cuatro salió de Bouzas una pareja formada por los vaporcitos “Weyler número 8” y “Joaquina Villot”.

Cuando la pareja había pasado la boca situada entre las islas Cíes, el “Joaquina Villot” embistió a causa de la cerrazón, al “Weyler número 8”.

El patrón del “Joaquina” iba durmiendo y al percatarse de la embestida subió a cubierta. Viendo que su vaporcito no había sufrido daños de consideración, ordenó al patrón de pesca que procurase acercarse al “Weyler”. Este pitaba insistentemente.

El “Joaquina” regresó a Bouzas para enterarse de si el “Weyler” había vuelto también a puerto. Una vez allí y en vista de que faltaba su compañero, se hizo nuevamente a la mar y se mantuvo frente a las islas Cíes hasta el amanecer en que retornó a Bouzas sin haber hallado rastro del “Weyler”.

A las ocho de la mañana pasó también para la pesca por el lugar del abordaje el “Chao”. Sus tripulantes observaron que desde una de las Cíes hacían señales en petición de auxilio tres náufragos a quienes el “Chao” no pudo de momento recoger por carecer de botes y porque en su estado no le permitía aventurarse entre los peligrosísimos bajos que bordean a aquellas islas. No obstante el “Chao” regresó a Bouzas donde se proyectó de una chalana con la que fue en busca de los náufragos. Estos eran tres, únicos supervivientes de los 12 hombres de que se componía la tripulación del “Weyler”.

De los tres náufragos el “Chao” sólo recogió a uno de ellos, el maquinista. Los otros dos quedaron en el faro de la isla, pues se hallaban gravemente lesionados por los golpes sufridos contra las rocas.

Los salvados son Esmeraldo Troncoso Varela de la Ramallosa, maquinista, Francisco Abal de Bouzas y Juan Parada de Corrubedo.

El “Joaquín Villot” volvió por tercera vez a las Cíes pero nada pudo recoger.

El “Chao” halló en una de las playas de las Cíes tres cadáveres. Los restantes aparecieron más tarde.

Los infortunados tripulantes del “Weyler” que perecieron ahogados son:

Jesús Vázquez, patrón, de 27 años, de Bouzas.

Su hermano Alfonso Vázquez de 15 años, de Bouzas

Ramón Villaverde Somoza, de 17 años, de Bouzas

Ludovino Hermida Cortés, de 27 años, de Bouzas.

Manuel López Barreiro, de 16 años, de Bouzas.

Manuel Hervella González, de 17 años, de Bo, deja viuda y cinco hijos.

Jesús Moreira Fernández, de 21 años, de Bouzas

José Araújo de Alcabre. Este contaba 34.

Saladino N. N. (se desconocen sus apellidos), de 22 años, de Nigrán

El maquinista del “Weyler” manifestó que cuando ocurrió el choque él iba durmiendo. No sabe a qué atribuir el siniestro.

El patrón de pesca del “Joaquina” apenas llegó a Bouzas se encerró en casa. Se niega en redondo a hablar y se muestra apenadísimo por la tragedia”

El correo de Galicia: órgano de la colectividad gallega en la República Argentina.

“El armador era del “Weyler” era don Manuel López Fernández y compañía. El buque había sido construido hace ocho años en los talleres La Industriosa del señor Sanjurjo Badía y hallábase en perfecto estado, pues no hace un mes que salió del astillero, después de haber experimentado una reparación general. Buque y tripulantes estaban asegurados.

Se intentó varar el barco en la playa de Cíes pero se hundió antes de lograrlo, ya que el departamento de máquinas estaba inundado y la caldera apagada. Todos los hombres subieron a cubierta con los salvavidas colocados y como auxiliares de los mismos, las bombillas del aparejo. 

El barco jadeante a merced de las olas, enmudecida la sirena por falta de presión sumergíase visiblemente a cada vaivén del mar. Una ola, más osada y trágica recorrió el barco de popa a proa con sus rugientes espumas e inundó la cubierta.

¡Al agua!, sonó imperiosa una voz, mientras el barco hundíase en las tenebrosas profundidades del abismo y los náufragos nadaban vigorosamente, los que sabían hacerlo y otros, sostenidos breves momentos por los salvavidas iban a hacer compañía a la sumergida nave y pagaban con su vida el obligado tributo anual que el mar exige.

También había rumores sobre la acertada o errada decisión del patrón del “Joaquina Villot”.

Ahora dejemos hablar al maquinista del “Weyler”, uno de los pocos supervivientes, Esmeraldo Varela Troncoso: -Yo empecé a nadar vigorosamente. A mi lado nadaba también Manuel Cuarterola, joven marinero, que en un momento de desfallecimiento mío, me animó diciéndome que estábamos llegando a puerto. Lo perdí de vista y un golpe de mar me arrojó a la playa sobre la isla Norte de las Cíes. Cuando volví en mí-pues me había desvanecido-vi un hombre, traté de abrazarme a él para mejor sostenerme, y éste, en portugués, me rechazó y hasta hizo ademán de sacar un arma. Al fin se dio cuenta de que era un náufrago, me acogió cariñosamente desponjándose de sus ropas para cubrirme y me cedió su cama en un barracón inmediato donde se guardan las herramientas de un faro que allí se está construyendo y de las cuales él es el guardián-.

-¿Y el joven Cuarterola?. -Éste murió. Por la mañana el mar arrojó a la playa su cadáver destrozado contra los acantilados de la costa-.

Entre el momento del accidente y el hundimiento mediaron a lo más 30 ó 35 minutos.

Mientras, en la vivienda del torrero estaban alojados y perfectamente atendidos otros dos náufragos, el Chuvias y el Corrubedo.

El patrón del “Chao”, nos dijo que tanto el torrero como los habitantes de las islas rivalizaron en atender a los náufragos con todos los medios y elementos de que disponían

El torrero bajó dos veces hasta la playa desde el faro, a pesar de la oscuridad y el mal tiempo y reconfortó a los náufragos con té y otras bebidas calientes, que fueron eficacísimas para provocar en ellos una saludable reacción.

Sobre la playa, convenientemente envueltos y respetuosamente colocados había tres cadáveres, todos con magullamientos y heridas producidos por los golpes de mar contra los acantilados de la isla

El mar iría devolviendo en los próximos días el resto de cadáveres”.

El Pueblo Gallego: Diario de la mañana, al servicio de los intereses de Galicia

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Santiago Boado Aguinaga
Author: Santiago Boado Aguinaga

Santi Boado é licenciado en Historia pola Universidade de Santiago. Investigador, divulgador e redactor. Naturalista vocacional, ten formación en comercialización e información turística, interpretación do patrimonio e educación ambiental. Exerce de guía-intérprete en espazos con valor patrimonial. Tamén é guía acreditado do Parque Nacional marítimo terrestre das Illas Atlánticas de Galicia e membro da Asociación de Guías Acreditados das Illas Atlánticas de Galicia-Agaia, do clube de montaña Pena Trevinca-Montañeiros de Galicia e da Seo-Birdlife.

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